lunes, 3 de marzo de 2014

Crisis y mulas españolas

Crisis y mulas españolas Por: Mercedes Llamas - febrero 26 de 2014 - 0:00 Llamas en SinEmbargo, LOS ESPECIALISTAS - Sin comentarios   Las cárceles latinoamericanas han registrado un fenómeno nuevo: el número de españoles crece con cada día que pasa. Según el Ministerio del Exterior 83% de los presos españoles en el extranjero se encuentran detenidos por delitos relacionados con las drogas. En Perú hay 276 presos cuando en 1999 había 31, en Colombia hay 209 y en Brasil 200, sólo por mencionar algunos. ¿Qué factores han contribuido a este crecimiento de españoles encarcelados por el mundo? La crisis, la falta de empleo, las deudas y en general la desesperación ante la falta de recursos económicos se han convertido en factores de riesgo que orilla a miles de españoles de clase media a encontrar en el narcotráfico una “salida” a sus problemas. Personas que durante años y años tuvieron un trabajo bien remunerado, que se dedicaban a empleos formales como la construcción, se encuentran ahora ante los estragos de la crisis, sin tener ni siquiera para comer. Son más de dos millones de familias españolas que enfrentan los meses sin ni siquiera un euro de ingreso, al contrario, lo único que tienen son deudas; hipotecarias, de coche, con familiares, etc. Es un fenómeno que no ha discriminado clase social ni sexo, y se ha extendido de tal forma que las familias no tienen que dar de comer a sus hijos y acuden a comedores sociales.

Este contenido ha sido publicado originalmente por SINEMBARGO.MX en la siguiente dirección: http://www.sinembargo.mx/opinion/26-02-2014/21928. Si está pensando en usarlo, debe considerar que está protegido por la Ley. Si lo cita, diga la fuente y haga un enlace hacia la nota original de donde usted ha tomado este contenido. SINEMBARGO.MX

Para que el lector tenga una idea, puede ver este comercial que no se encuentra alejado de la realidad.

http://www.youtube.com/watch?feature=player_embedded&v=-rQP59rshCI


Dichos fenómenos han modificado también la forma de operar de las redes de delincuencia, sobre todo, en cuanto al tráfico de drogas se refiere, en concreto a la cocaína. Anteriormente las personas idóneas para realizar este trabajo de tráfico, eran personas marginadas de la clase social más excluida y en general extranjeros (colombianos y dominicanos) quienes transportaban la droga de América Latina hacia España, ahora son los mismos ciudadanos españoles quienes lo hacen. Ahora prácticamente cualquier parado (persona sin empleo) es un sujeto opción para realizar este trabajo, desde jóvenes de 19 años hasta personas de la tercera edad incluyendo a matrimonios; hombres y mujeres con familia que desesperados por la situación buscan una salida fácil para poder darles de comer a sus hijos o pagar la hipoteca de la casa o el coche. Han aumentado mucho el número de embarazadas que se convierten en mulas ya que saben que no pasarán por revisión de Rayos X por su estado. El modus operandi de las bandas delincuenciales centra su atención en comedores sociales, donde acuden miles de familias e individuos a comer diariamente, así como en polígonos industriales casi abandonados por el cierre de empresas y donde hay muchos jóvenes repartiendo su currículum con la mínima esperanza de encontrar algo… Y lo encuentran, más bien ellos son encontrados por una red de delincuentes que llevan tiempo investigándolos y sabiendo que se encuentra desesperados se lanzan al acecho. (El programa de TV de investigación de La Sexta lo ilustra de manera muy explícita, en caso de que el lector quiera, puede encontrar el programa online) Específicamente en España es un grupo de nigerianos de la ciudad de Benin City quienes se han establecido en la zona sur de Madrid en Móstoles, Alcorcón y Fuenlabrada y desde ahí operan y organizan a las miles de mulas y pájaros quienes transportarán cocaína desde ciudades como Lima y Bogotá. Los términos también han cambiado, antes se les conocía popularmente como mulas (por el transporte) pero ahora se les conoce como pájaros (porque vuelan con la droga). Los pájaros ideales son aquellos sujetos comunes y corrientes que pertenecían a la clase media y que no llaman la atención; pasan desapercibidos. Van bien vestidos y tienen buena imagen, lo que complica su “sospechosismo”. Pero ¿puede la crisis económica por si sola explicar este fenómeno?. La forma de enfrentar la crisis por parte de los españoles se ha visto inmersa en un ambiente de incapacidad y negativismo, tal vez porque nunca se habían enfrentado a situaciones así o por características culturales. Lo que es un hecho es que la crisis se ha convertido en un factor de riesgo para la criminalidad pero no en un factor determinante. Así qué ánimo a los que se encuentran en situaciones adversas. La criminalidad es una opción que a la larga tiene consecuencias funestas. @criminologiamex

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JORDI ÉVOLE

JORDI ÉVOLE
Periodista

Mi versión de los hechos

LUNES, 3 DE MARZO DEL 2014
Hace tres veranos, un grupo de Salvados vimos el falso documentalOperación Luna. Lo pillamos por casualidad una madrugada de agosto en La 2 y nos encantó. Con ese referente nos pusimos a idear nuestro propio falso documental. Enseguida nos decantamos por el 23-F, una fecha que seguía arrojando dudas reales. El verano pasado producimos, grabamos y editamos Operación Palace. Y decidimos la fecha de emisión: el 23-F del 2014. A toro pasado, igual habría sido mejor que no hubiese caído en domingo, para diferenciarlo aún más de Salvados, aunque el propio documental ya era suficientemente diferente: voz en off, músicas estridentes, recreaciones…
En la promoción no quisimos vender lo que no era. ¿Puede una mentira explicar una verdad? fue el eslogan elegido. Hablábamos de «historia» y no de «documental». Y no paramos de repetir en los días previos: «Hay que ver hasta el final». Los guiños del guion tenían que desactivar la verosimilitud del relato, como el momento de Flotats. Y por si había alguna duda, al final del programa enseñamos todas las cartas.
Luego han venido los aplausos y las collejas. Y seguro que todo merecido, porque arriesgar es lo que tiene. Algunos dicen que le hemos hecho un favor al Rey, aunque estoy convencido de que en la Casa Real no opinan lo mismo. Otros aseguran que hemos sepultado las posibilidades de hacer creíble cualquier relato alternativo. Pero teniendo en cuenta el revuelo organizado, creo que ahora hay más dudas que nunca sobre la versión oficial de un hecho que tiene demasiadas preguntas sin respuesta. Otros nos reprochan que hemos frivolizado con un hecho dramático. Sin embargo, personas que lo sufrieron en directo -Alcaraz o Rojas-Marcos estaban en el hemiciclo- fueron las primeras en decirnos que 33 años después ya había llegado el momento de desacralizar una fecha como esa. Y otros dicen que solo hemos buscado audiencia. Les aseguro que para buscar audiencia en lo último que se piensa es en un producto narrado con voz en off, con imágenes de archivo y con el ritmo de un documental clásico que no sería precisamente trepidante. Si no, los prime time de las cadenas estarían llenos de productos así.
Lo que se me escapa es el debate sobre nuestra credibilidad. Que después de Operación Palace alguien piense que lo que se cuente enSalvados será falso creo que no tiene mucho sentido, básicamente porque cuando hemos mentido -como es el caso del falso documental- lo hemos dicho. Sí, hemos hecho una incursión en el mundo de la ficción, igual que un columnista de un periódico puede escribir una novela y no por ello dejan de tener validez sus columnas. Pero es solo la opinión de alguien que quiere seguir explorando las posibilidades de un medio como la tele, porque no vamos a quedarnos siempre en el traje de Salvados, por muy cómodos que estemos con él. Y contra la comodidad no nos queda otra que arriesgar. Y lo seguiremos haciendo.

“Sobre el fenómeno de los trabajos de mierda”

“Sobre el fenómeno de los trabajos de mierda”, por David Graeber

[Traducción del artículo original On the Phenomenon of Bullshit Jobs, escrito por David Graeber.]
En el año 1930, John Maynard Keynes predijo que, para finales de siglo, la tecnología habría avanzado lo suficiente como para que países como Gran Bretaña o los Estados Unidos hubieran conseguido una semana laboral de 15 horas. Hay muchas razones para creer que estaba en lo cierto. En términos tecnológicos, somos muy capaces de ello. Y sin embargo no ocurrió. En lugar de eso la tecnología ha sido dirigida, en el mejor de los casos, a descubrir formas de hacernos trabajar más a todos. Para lograr esto han tenido que ser creados empleos que son, de hecho, inútiles. Gran cantidad de personas, en Europa y Norteamérica en particular, pasan toda su vida laboral desempeñando tareas que creen que, en el fondo, realmente no es necesario llevar a cabo. El daño moral y espiritual que resulta de esta situación es profundo. Es una cicatriz en nuestra alma colectiva. Sin embargo, prácticamente nadie habla de ello.
¿Por qué la utopía prometida por Keynes – aún se esperaba con impaciencia en los 60 – nunca se materializó? La explicación más común actualmente es que no imaginó el incremento masivo del consumismo. Dada la elección entre menos horas y más juguetes y placeres, hemos escogido colectivamente la segunda. Esto nos presenta un bonito cuento moral, pero un momento de reflexión muestra que no puede ser cierto. Sí, hemos sido testigos de la creación de una interminable variedad de nuevos trabajos e industrias desde los años 20, pero muy pocos tienen algo que ver con la producción y distribución de sushi, iPhones o calzado de marca.
Entonces, ¿cuáles son exactamente esos nuevos trabajos? Un informe reciente que compara el empleo en los Estados Unidos entre 1910 y 2000 nos da una idea clara (y añado, una repetida casi exactamente en el Reino Unido). A lo largo del siglo pasado, el número de trabajadores empleados como personal de servicio doméstico, en la industria y en el sector agrícola se ha desplomado de forma dramática. Al mismo tiempo, “profesionales, directivos, administrativos, comerciales, y trabajadores de servicios” se han triplicado, creciendo “de un cuarto a tres cuartos del empleo total”. En otras palabras, los trabajos productivos, justo como se predijo, han sido ampliamente automatizados (incluso si contamos a los trabajadores de la industria globalmente, incluyendo a las masas trabajadoras en la India y China, dichos trabajadores siguen sin estar cerca de ser el gran porcentaje de la población mundial que eran antes).
Pero en lugar de permitir una reducción masiva de horas de trabajo que dejara libertad a la población mundial para dedicarse a sus propios proyectos, hobbies, visiones e ideas, hemos visto la inflación no tanto del sector “servicios” como del sector administrativo, incluyendo la creación de nuevas industrias enteras como la de los servicios financieros o el telemarketing, o la expansión sin precedentes de sectores como el del derecho empresarial, la administración educativa y sanitaria, los recursos humanos y las relaciones públicas. Y estas cifras ni siquiera reflejan a todas aquellas personas cuyo trabajo consiste en proporcionar soporte administrativo, técnico o de seguridad para estas industrias, o, es más, todo un sinfín de industrias secundarias (lavado de perros, repartidores nocturnos de pizza), que sólo existen porque todo el mundo pasa la mayoría de su tiempo trabajando en todo lo demás.
Estos son a los que yo propongo llamar “trabajos de mierda”.
Es como si alguien estuviera por ahí inventando trabajos inútiles sólo con la intención de mantenernos a todos trabajando. Y aquí, precisamente, radica el misterio. En el capitalismo, esto es precisamente lo que se supone que no pasa. Por supuesto, en los viejos e ineficientes Estados socialistas como la Unión Soviética, donde el empleo era considerado tanto un derecho como un deber sagrado, el sistema inventó tantos puestos de trabajo como era necesario (esto es por lo que en los grandes almacenes soviéticos hacían falta tres empleados para vender un trozo de carne). Pero, desde luego, este es el tipo de problema que la competencia en el mercado se suponía que solucionaba. De acuerdo con la teoría económica, al menos, lo último que una empresa con fines lucrativos hará es pagar dinero a trabajadores a los que realmente no necesita emplear. Sin embargo, de alguna manera, esto ocurre.
A pesar de que las empresas pueden hacer implacables reducciones de plantilla, los despidos y las presiones caen siempre sobre la gente que realmente está haciendo, moviendo, reparando y manteniendo cosas; por una extraña alquimia que nadie puede explicar, el número de burócratas asalariados en el fondo parece aumentar, y más y más empleados se ven a sí mismos, en realidad de forma no muy diferente a los trabajadores soviéticos, trabajando 40 o incluso 50 horas con papeleo, pero trabajando efectivamente 15 horas justo como predijo Keynes, ya que el resto de su tiempo lo pasan organizando y asistiendo a cursillos de motivación, actualizando sus perfiles de Facebook o descargando recopilatorios de TV.
La respuesta, obviamente, no es económica: es moral y política. La clase dirigente se ha dado cuenta de que una población feliz y productiva con tiempo libre es un peligro mortal (piensa en lo que comenzó a suceder cuando esto aún empezaba a acercarse en los 60). Y, por otro lado, la sensación de que el trabajo es un valor moral en sí mismo, y que cualquiera que no esté dispuesto a someterse a algún tipo de intensa disciplina laboral durante la mayoría de sus horas de vigilia no merece nada, es extraordinariamente conveniente para ellos.
Una vez, al contemplar el crecimiento aparentemente interminable de responsabilidades administrativas en los departamentos académicos británicos, se me ocurrió una posible visión del infierno. El infierno es un grupo de individuos que se pasan la mayoría del tiempo trabajando en una tarea que no les gusta y para la que no son especialmente buenos. Digamos que fueron contratados por ser excelentes ebanistas, y entonces descubren que se espera de ellos que pasen una gran parte del tiempo friendo pescado. Ni siquiera la tarea es realmente necesaria, o al menos hay un número muy limitado de pescado que es necesario freír. Pero, de alguna manera, todos se obsesionan tanto con el rencor ante la idea de que algunos de sus compañeros de trabajo podrían dedicar más tiempo a fabricar muebles, y no a cumplir su parte correspondiente de freír pescado, que en poco tiempo hay interminables montones inútiles de pescado mal cocinado acumulándose por todo el taller, y es a lo único que se dedican.
Creo que ésta realmente es una descripción precisa de la dinámica moral de nuestra propia economía.
*
Bueno, me doy cuenta de que cada argumento va a tener objeciones inmediatas: “¿quién eres tú para decir qué trabajos son realmente ‘necesarios’? De todos modos, ¿qué es necesario? Tú eres profesor de antropología, ¿qué ‘necesidad’ hay de eso?” (Y de hecho muchos lectores de prensa sensacionalista tomarían la existencia de mi trabajo como la definición precisa de gasto social despilfarrado.) Y a cierto nivel, esto es obviamente cierto. No puede haber una medida objetiva de valor social.
No me atrevería a decirle a alguien que está convencido de que está haciendo una contribución significativa al mundo de que, realmente, no lo hace. ¿Pero qué pasa con aquellas personas que están convencidas de que sus trabajos no tienen sentido? No hace mucho volví a contactar con un amigo del colegio al que no veía desde que tenía 12 años. Me sorprendió descubrir que, en este tiempo, primero se había convertido en poeta y luego en el líder de una banda de indie rock. Había oído algunas de sus canciones en la radio sin tener ni idea de que el cantante era alguien a quien conocía. Él era obviamente brillante, innovador, y su trabajo indudablemente había alegrado y mejorado la vida de gente en todo el mundo. Sin embargo, después de un par de discos sin éxito había perdido el contrato y, plagado de deudas y con una hija recién nacida, terminó, como él mismo dijo, “tomando la opción por defecto de mucha gente sin rumbo: la facultad de derecho.” Ahora es un abogado empresarial que trabaja en una destacada empresa de Nueva York. Él es el primero en admitir que su trabajo no tiene absolutamente ningún sentido, no contribuye en nada al mundo y, a su propio juicio, realmente no debería existir.
Hay muchas preguntas que uno puede hacer aquí, empezando por, ¿qué dice esto de nuestra sociedad, que parece generar una demanda extremadamente limitada de poetas y músicos con talento, pero una demanda aparentemente infinita de especialistas en derecho empresarial? (Respuesta: si un 1% de la población controla la mayoría de la riqueza disponible, lo que llamamos “el mercado” refleja lo que ellos piensan que es útil e importante, no lo que piensa cualquier otro.) Pero aún más, muestra que la mayoría de la gente con estos empleos en el fondo es consciente de ello. De hecho, no estoy seguro de haber conocido a algún abogado empresarial que no pensara que su trabajo era una mierda. Lo mismo pasa con casi todas las nuevas industrias descritas antes. Hay una clase entera de profesionales asalariados que, si te encontraras con ellos en fiestas y admitieras que haces algo que podría ser considerado interesante (un antropólogo, por ejemplo), querrán evitar por completo hablar de su trabajo. Dales un poco de alcohol, y lanzarán diatribas sobre lo inútil y estúpido que es en realidad su trabajo.
Hay una profunda violencia psicológica en esto. ¿Cómo puede uno empezar a hablar de dignidad en el trabajo cuando secretamente siente que su trabajo no debería existir? ¿Cómo puede no crear una sensación de profunda rabia y de resentimiento? Sin embargo una peculiar genialidad de nuestra sociedad es que sus dirigentes han descubierto una forma, como en el caso de los freidores de pescado, de asegurarse que la rabia se dirige precisamente contra aquellos que realmente tienen la oportunidad de hacer un trabajo valioso. Por ejemplo: en nuestra sociedad parece haber una regla general por la que, cuanto más obvio es que el trabajo de uno beneficia a otra gente, es probable que se pague menos por él. De nuevo, es difícil encontrar un baremo objetivo, pero una forma sencilla de hacerse una idea es preguntar: ¿qué pasaría si toda esta clase de gente simplemente desapareciera? Di lo que quieras sobre enfermeros, basureros o mecánicos, es obvio que si se esfumaran como una nube de humo los resultados serían inmediatos y catastróficos. Un mundo sin profesores o trabajadores portuarios pronto tendría problemas, incluso uno sin escritores de ciencia ficción o músicos de ska sería claramente un sitio inferior. No está del todo claro cómo sufriría la humanidad si todos los CEOs del capital privado, lobbistas, investigadores de relaciones públicas, notarios, vendedores telefónicos, alguaciles o asesores legales se esfumaran de forma similar. (Muchos sospechan que podría mejorar notablemente.) Sin embargo, aparte de un puñado de excepciones (doctores), la norma se cumple sorprendentemente bien.
Aún más perverso es que parece haber un amplio sentimiento de que ésta es la forma en que las cosas deben ser. Ésta es una de las fortalezas secretas del populismo de derechas. Puedes verlo cuando los periódicos sensacionalistas avivan el rencor contra los trabajadores del metro por paralizar Londres durante los conflictos laborales: el mismo hecho de que los trabajadores del metro puedan paralizar Londres muestra que su trabajo es realmente necesario, pero esto parece ser precisamente lo que molesta a la gente. Es incluso más evidente en los Estados Unidos, donde los republicanos han tenido un éxito notable movilizando el resentimiento contra los profesores escolares, o los trabajadores del automóvil (y no, significativamente, contra los administrativos escolares o los gestores de la industria del automóvil, quienes realmente causan los problemas) por sus supuestos salarios inflados y beneficios. Es como si les hubieran dicho “¡habéis llegado a enseñar a niños! ¡O a fabricar coches! ¡Habéis llegado a tener trabajos auténticos! ¿Y encima tenéis el descaro de esperar también pensiones de clase media y asistencia sanitaria?”
Si alguien hubiera diseñado un régimen laboral adecuado perfectamente para mantener el poder del capital financiero, es difícil imaginar cómo podrían haber hecho un trabajo mejor. Los trabajadores reales y productivos son incansablemente presionados y explotados. El resto está dividido entre un estrato aterrorizado de los, universalmente denigrados, desempleados y un estrato mayor a quienes se les paga básicamente por no hacer nada, en puestos diseñados para hacerles identificarse con las perspectivas y sensibilidades de la clase dirigente (gestores, administradores, etc) – y particularmente sus avatares financieros – pero, al mismo tiempo, fomentarles un resentimiento contra cualquiera cuyo trabajo tenga un claro e innegable valor social. Obviamente, el sistema nunca ha sido diseñado conscientemente. Surgió de casi un siglo de prueba y error. Pero es la única explicación de por qué, a pesar de nuestra capacidad tecnológica, no estamos todos trabajando 3-4 horas al día.

“La mayoría de las revoluciones han tenido la opresión de la deuda como detonador”

“La mayoría de las revoluciones han tenido la opresión de la deuda como detonador”

Entrevista a Sergi Cutillas publicada en Rebelión por Enric Llopis el 26/02/14
DEUDA DETONADORVinculada a la idea de obligación, culpa y pecado, “la deuda ha constituido un mecanismo de control social desde hace más de 6.000 años”, explica el economista y miembro de la Plataforma Auditoría Ciudadana de la Deuda, Sergi Cutillas. Especialistas como David Graeber, George Caffentzis, Michael Hudson o Eric Toussaint han ahondado en el asunto. Sergi Cutillas no entiende las Ciencias Económicas de manera aislada y excluyente: “Me interesan mucho el resto de ciencias sociales, que ayudan siempre a entender mejor la Economía”. Ha participado en el libro “¿Por qué no debemos pagar la deuda? Razones y alternativas” (Icaria) con un artículo titulado “La deuda en España”, redactado con Uli Wessling. Considera que la mayoría de las revoluciones, aunque entendidas como culturales o religiosas, “han tenido la deuda como detonador”. En su análisis sobre la deuda, Sergi Cutillas introduce elementos de enorme interés procedentes de campos como la Psicología o la Antropología.
-En alguna conferencia has afirmado que el pago/impago de la deuda depende de la correlación de fuerzas políticas. El país fuerte impone al débil el pago de la deuda. ¿Hay ejemplos históricos en que se haya revertido esta situación, en que la deuda haya dejado de abonarse?
Sí, la historia está llena de esos episodios. La mayoría de revoluciones, que muchas veces pasan por culturales o religiosas, han tenido la opresión de la Deuda como detonador. Figuras históricas y líderes religiosos como Jesús han luchado contra las desigualdades que generaba la deuda, que muchas veces acababa en esclavitud de algún miembro de la familia para ser saldadas. Hay un componente de moral muy potente detrás del concepto de la deuda. La deuda está muy ligada con el concepto de obligación, de culpa, de pecado… estas palabras tienen los mismos orígenes etimológicos.
David Graeber, George Caffentzis, Michael Hudson o Éric Toussaint han escrito sobre la historia de cómo la deuda ha sido un mecanismo de control social y opresión desde hace más de 6.000 años y como este componente moral ha sido bombardeado dentro de nuestras mentes por parte de los más poderosos para que respetemos esas jerarquías producidas por las deudas.
-Además de los intereses netamente mercantiles, en ocasiones se plantea un sustrato ideológico en los mecanismos de endeudamiento, según el cual la Alemania protestante, austera y calculadora culpa por sus pecados a la Europa mediterránea, despilfarradora y ociosa. ¿Compartes esta interpretación?
Ese mensaje lleva escondido una carga culpabilizadora muy grande. Claro que hay ideología detrás de la Deuda, pero la podríamos definir como ideología sádica, de dominación. Se podría entender como una manera de ser, o al menos de entender la naturaleza del ser humano, muy arraigada en muchas personas, una estructura de carácter. Eso sucede en todas las sociedades centradas en el poder. El capitalismo es el modelo de poder y dominación por excelencia. En este sentido las personas que quieren dominar en Alemania tienen menos diferencias de las que creemos con las que quieren dominar en España. Sus diferencias culturales son superficiales comparadas con sus similitudes, que tiene orígenes más profundos que deben ser explicados desde la biología, la psicología o la antropología además de desde la economía, la historia o la sociología.
-¿Por ejemplo?
Teorías de los instintos, estudiados desde la ecología, y de cómo éstos son reprimidos según la estructura social, pueden dar muchas pistas para entender de donde sale tanta violencia, necesidad de dominar e imponerse de nuestras sociedades patriarcales. Desde ahí también se pueden entender muchas cosas de la política, la economía, las finanzas…
El mensaje de que el endeudado es culpable y el acreedor no tiene ninguna culpa, ni responsabilidad sobre la decisión de endeudamiento es un mensaje que bombardean sin parar desde las élites hasta que lo creamos, sintiéndonos culpables. Eso es lo que nos dicen ahora desde la élite alemana. Es propaganda, uso de manipulación psicológica para controlar masas, buscar nuestros miedos, culpas, manías para debilitarnos. En realidad es como decir que un traficante de droga no tiene ninguna responsabilidad sobre la droga que distribuye, que hay que castigar aún más a los adictos que han decidido drogarse libremente, aunque ya sufran por sus errores y hayan visto sus vidas arruinadas; o como decir que una persona atrapada en una situación de maltrato con su pareja no sale de esa situación porque no quiere.
La mente humana es mucho más compleja que la mente simplista que decide con total libertad de la que nos habla el neoliberalismo. Podemos amar y odiar al mismo tiempo, y sentir dependencia de quien nos hace daño. La confusión es parte de la naturaleza humana. Nuestro sistema biológico nos envía mensajes difíciles de descifrar que nos lían a menudo. Somos capaces de funcionar a muchos niveles, más o menos inconscientes, manejando contradicciones casi imposibles, con distintas creencias y actitudes según la situación. Tenemos diferentes niveles de sinceridad con nosotros y con el resto para adaptarnos a situaciones complejas e incoherentes. Nos disociamos según la necesidad, o sea, tenemos varias versiones de nosotros mismos, vaya. Quienes emiten estos mensajes de culpa saben de estos mecanismos de autoengaño que desarrollamos como defensa.

-¿Cómo afecta esta explicación al caso de una persona endeudada?
Por ejemplo, en el caso de un endeudado que ahora no puede pagar, el miedo a no poder sobrevivir se dispara, y mantener esperanzas y control de la situación a nivel emocional pasa a ser muy importante. Si la autoridad en la que queremos confiar, en este caso el acreedor, es cruel y no duda en hacernos daño, el miedo a morir no puede soportarse ya que la situación nos hace sentir amenazados y sin control sobre nuestras vidas. Es en ese momento donde aparece la culpa como autodefensa y preferimos decirnos que merecíamos el castigo, otorgando bondad al agresor para sentirnos seguros y pensar que no tiene porqué volver a pasar si nos portamos bien.
Así, defendiendo al agresor se mantiene el control, la gestión de la situación continúa de nuestro lado, y podemos conservar un rincón de esperanza. Es lo que se llama síndrome de Estocolmo, y es parecido a la situación que desarrollan personas secuestradas con sus secuestradores, o personas enfermas que desarrollan creencias religiosas en dioses o santos, para conseguir sensaciones de control, esperanza y protección, que son necesarias para la salud de nuestra mente. Preferimos culparnos de un maltrato antes que admitir que nos maltratan por sadismo y sin merecerlo. Eso supondría admitir que existe una situación que no controlamos, un abuso, cosa que nos obligaría a admitir el peligro de más agresiones, cosa que da miedo, y a defendernos, en el caso que eso sea posible. Con la deuda pasa lo mismo, mientras uno se culpa puede ir tirando sin ver que en realidad hay un problema de abuso, una relación desigual, y que hay unas élites que nos están machacando sin piedad usando este mecanismo.

-¿Consideras, entonces, que tienen alguna responsabilidad las personas endeudadas?
Claro que existe responsabilidad por parte de los endeudados, debemos hacernos responsables de nuestras decisiones para aprender y para que no nos engañen en el futuro, por eso hacemos el proceso pedagógico de la auditoría ciudadana, pero no debemos aceptar la culpa, porque equivale a perdonar al maltratador. La responsabilidad no es lo mismo que la culpa, la culpa es dañina, nos aliena y supone renunciar a nuestra dignidad. Hay que tener claro que quienes controlan los flujos financieros son los grandes bancos internacionales. Por ejemplo, quienes prestaron de forma posesa y avariciosa a las cajas españolas fueron los bancos alemanes. Los directivos de estas entidades son mucho más responsables que el ciudadano endeudado que no sabe de balances y que se ha arruinado con la burbuja. Estos directivos se han hecho ricos (aún más) con la burbuja de crédito, y no han asumido ninguna responsabilidad. La gente poderosa que influye en las políticas financieras que facilitaron estos flujos que provocaron la crisis, ni tan siquiera ha aparecido en la lista de señalados.
La actitud de esta elite internacional tan poderosa no me parece muy austera, ni muy luterana, como no lo es la forma en que la élite industrial alemana se enriquece ahora con la política exportadora que salió de esta burbuja de crédito, aprovechando la catástrofe humanitaria que se vive en Grecia. Quien tiene más poder y conocimiento tiene siempre mayor responsabilidad. Si se aprovechan este poder y conocimiento para adquirir aún más poder a costa de hacer daño, no hay que someterse a quien ejerce ese poder injusto, por mucho que nos digan que esas son las normas. Por eso la deuda no debe pagarse, hay que revertir la financiarización y debemos exigir responsabilidades a estas personas.

-Una parte del déficit y la deuda pública en el estado español proviene del rescate/ayudas al sistema financiero. ¿Continúan otorgándose estas ayudas en los últimos tiempos? ¿Puedes citar algunos ejemplos?
Sí, a finales de 2013 el gobierno aprobó avalar los créditos fiscales de la banca para que pueda continuar recapitalizándose, lo que convierte estos créditos en deuda pública indirecta, o sea aunque no compute como deuda, es deuda. El importe de esa deuda es de 30.000 millones, casi la mitad de los recortes que se han realizado. Eso es sólo lo que se le ha otorgado a la banca en los últimos meses, sin hacer mucho ruido. En realidad continúan vivas diferentes vías de ayuda a la banca, que en total, entre mecanismos de liquidez y capitalización superan 1,3 billones de euros. Unas 15 veces el valor de los recortes realizados en el Estado.

-La crisis de la deuda en la periferia europea. ¿Hay precedentes o ejemplos históricos de procesos similares de endeudamiento en otras regiones del mundo? ¿Y de planes de ajuste parecidos a los que están ejecutándose en el Sur de Europa?
La República de Weimar, el régimen político en Alemania que tuvo lugar entre las dos guerras mundiales, sufrió políticas de austeridad parecidas a las de los países de la periferia europea. Las deudas en dólares que Alemania tenía con los aliados y la austeridad que le impusieron para pagarlas la llevaron a una profunda recesión económica, desempleo, y finalmente al impago y la devaluación de su moneda, lo que llevó a la hiperinflación y creó una crisis humanitaria en Alemania. Pocos años después, debido a este terreno fértil para el odio cultivado por los acreedores de la deuda, el partido nazi llegó al poder, y ya sabemos lo que pasó después. Alemania ha olvidado eso ya. De hecho después de la Segunda Guerra Mundial, los países del sur de Europa perdonaron sus deudas a Alemania para que pudiera recuperarse del desastre de la guerra. Parece que eso también lo han olvidado.

-¿Se pierde el contexto cuando se habla de la deuda? ¿Es comparable la deuda de la periferia europea a la de Estados Unidos o, en términos generales, a la del Sur global?
Sí, la deuda es insostenible en todo el sistema, no es algo puntual de un país que se ha portado mal. Eso es debido a la financiarización, que es la fase en la que se encuentra el capitalismo desde la década de los 60. Los países más desarrollados son también los más financiarizados, o sea los más endeudados. Las deudas totales de la economía de Japón o de Reino Unido son mucho mayores a la deuda española.
El sistema financiero ha crecido sin parar y ha tomado el control de la economía y la política. Tenemos un problema sistémico profundo, parecido a un cáncer que se expande sin parar. Debemos analizar el problema y después reaccionar de forma decidida. Si actuamos pensando que esto se puede frenar con regulaciones blandas, que es algo que se soluciona solo, no arreglaremos nada. Es importante entender cómo funcionan las finanzas, sin eso no podemos articular un mensaje que plantee alternativas sólidas para ponerles límites.

-¿Piensas que se pone excesivamente el foco en el Sur de Europa cuando el azote de la deuda lleva décadas encarnizándose con el Sur del planeta? En relación con la pregunta anterior, ¿Pueden compararse ambos procesos?
Claro que son comparables, usan mecanismos parecidos, las mismas instituciones y hasta las mismas personas. Ahora, la crisis de la Deuda está sucediendo en nuestros territorios y es natural que nos preocupe lo que nos pasa a nosotros. Muchos de nosotros nos conectamos a combatir un problema cuando nos afecta. Hay que aprovechar esa inercia que aparece en Europa y hacer que se convierta en algo más trascendente, con un análisis más global, para poder combatir los problemas del sistema de raíz.

-Retornemos al caso español. ¿Quiénes son los principales acreedores de la deuda española? ¿Tienen nombres y apellidos? ¿Deberían asumir riesgos por los préstamos y no lo están haciendo?
Los grandes bancos españoles son los mayores acreedores de nuestra deuda. Poseen más de la mitad de ésta. Gracias a ello desde el año 2000 han obtenido unos ingresos por pago de intereses de nuestras administraciones públicas de alrededor de 92.000 millones, a pesar de haber obtenido beneficios sólo 63.000 millones de euros en este periodo. Si no fuera por la deuda pública, que les provee de ingresos sin ningún tipo de riesgo no habrían sobrevivido a este periodo.

-¿Puede establecerse, incluso cuantificarse con números, una ecuación clara entre pago de la deuda y recortes sociales en el estado español?

En el libro ¿Por qué no debemos pagar la deuda? Uli Wessling y yo hemos realizado un gráfico en el que mostramos claramente que el aumento del pago de los intereses en los presupuestos entre 2010 y 2012, junto con el dinero que se ha usado para recapitalizar la banca suman 70.000 millones aproximadamente, cifra parecida a los recortes que se realizaron en el mismo periodo. Mirad el gráfico y veréis la simetría entre las dos cifras.

-Como economista, ¿consideras que son tan complejos de entender los mecanismos de endeudamiento y procesos de rescate y ajuste? ¿Pueden explicarse de modo sencillo a la gente común?
Sí, el endeudamiento, es una relación humana. Como todo relación humana consiste de dos partes, receptor y emisor. En este caso una se endeuda y la otra presta. A partir de ahí se pueden realizar muchas piruetas que compliquen la comprensión de lo que acabo de decir, pero la esencia es ésta. Si ponemos intermediarios por el medio, cambiamos las deudas de manos, y además le ponemos elementos de incertidumbre redactados en contratos complejos la cosa parecerá sofisticada pero en realidad será deuda entre dos partes, siempre. Por ejemplo, si yo te pido un préstamo y tú me dices que sólo me prestas el dinero si éste pasa antes por las manos de un familiar tuyo para que me lo dé a mí y que a él le tengo que pagar una comisión además de los intereses que te pago a ti, lo único que haces es añadir intermediarios para cobrarme más.
Y si debo pagarte más o menos según algún evento político o climático, entonces tendremos contratos variables, pero que esencialmente son deuda con pago variable (muy variable en muchos casos). Y si a la vez redactas contratos que vendes a otros en los que te comprometes a pagar lo que yo te pague a otras personas, lo que estás es vendiendo la deuda que yo tengo que pagarte, te quitas de encima el riesgo, aunque los pagos vayan a través tuyo y te lleves una parte del beneficio. Es un juego de capas, como una cebolla, ahí está la dificultad, seguirle el rastro es difícil, ver quién se beneficia en cada caso, por la naturaleza compleja de los contratos y acuerdos, los nombres técnicos, las matemáticas, etcétera.

-A grandes rasgos, ¿Qué metodología utilizáis para elaborar las Auditorías de la deuda? ¿En qué lugares del estado español han empezado a realizarse? ¿Se halla el proceso en una fase avanzada?
Si te refieres a la metodología del análisis, se podría resumir como el análisis de la legitimidad de la deuda (si es justa), según su origen, proceso y finalidad. El análisis es la parte a la que nos dedicamos algunos que somos un poco más experimentados en temas económicos, pero en realidad la auditoría ciudadana es un proyecto más amplio, es una campaña de empoderamiento, pedagogía, participación, exigencia de transparencia y de democracia. Ahí puede participar cualquiera, no hace falta ser experto en economía. Queremos crear una red, que coja una inercia que difusión y expansión para extender todos estos objetivos y profundizar en la democracia.

-¿Cómo caracterizarías el proceso de Auditorías? ¿Son Ecuador y Argentina los grandes referentes?
En realidad no, Ecuador fue un buen ejemplo, pero no es nuestro modelo. En Ecuador se hizo una auditoría llevada a cabo por parte del sector público. Fue una herramienta potente, que les permitió analizar la deuda y encontrar la ilegalidad de muchos contratos, ver que la deuda se había pagado varias veces. Les legitimó para decir que la pagarían, pero al final lo hicieron, aunque más barata. Después de declarar que no pagarían la deuda, ésta bajó de precio en los mercados de capitales, y el gobierno de Ecuador la compró a precio reducido. Fue una estrategia inteligente, pero no establece un mecanismo ciudadano de supervisión permanente que vigile al poder, sea quien sea este poder. No ha habido un cambio de raíz. Ahora el gobierno de Ecuador vuelve a estar muy endeudado.
El caso argentino es aún más limitado, lo que llamamos auditoría argentina fue en realidad una demanda judicial por parte del ciudadano Alejandro Olmos contra la deuda originada por la dictadura militar.

-Por último, ¿son las Auditorías una iniciativa aislada, o pensáis que han de complementarse? ¿Qué otras medidas proponéis?
Hay muchas otras iniciativas necesarias e interesantes. Cada uno trabaja el tema que prefiere, porque le gusta más o porque considera más importante. Al final diferentes iniciativas de presión, difusión y movilización en diferentes campos deben ayudarse y formarse unas a otras, para formar un todo. Cada una de las plataformas que tratan distintos campos como el de la energía, las finanzas, de la vivienda, la sanidad tienen su papel muy importante en las demandas para la construcción de un nuevo sistema más justo. No podemos pensar que un grupo o una plataforma puede hacer todo el trabajo por si sola.